[Yo -el menor de los públicos- conozco su texto gracias
a la nada frecuente y desde luego carísima edición en dos impresionantes
tomazos que en 1918/1921 ofreciera y dedicara el entonces duque de Berwick y
de Alba al presidente y miembros del Roxburghe Club; la cita supra (he normalizado
la acentuación) está en p. 289 del t. I. Un amigo bibliófilo
(tal es su pasión que es casi biliófago) me comunica la -venturosa-
noticia de que una de las modernas edilanes (que no es Edilán) prepara
una reproducción facsímil del manuscrito de Alba, pero la complementa
con la -desventurada- de que se va a vender a un precio no menos temeroso del
que en los libreros de viejo alcanzan los ejemplares de la del duque. Pero...
yo estaba en
[Es lo que les pasa a los venerables romanceamientos y
ladinamientos de la Biblia: que a fuer de arcaizantes y literales no siempre
quedan bastante transparentes. Por poner algún ejemplo de esa opacidad:
la palabra
troxiéredes (`trajerais' o `traigáis') ilustra
el fenómeno caracterizador de esas versiones consistente en traducir
cada palabra hebrea por una y siempre la misma palabra romance; puesto que la
acepción primera del verbo hebreo
haBí es `traer', por
traer se traduce aquí a pesar de que a la perspectiva situacional
-se habla de futuras ofrendas en el santuario- mejor convendría
llevar.
Igual lo ilustra el ya visto
meçimiento (en otra versión
mecedura), que refleja que en el «código» de correspondencias
léxicas que informaba la labor de los romanceadores/ladinadores, al verbo
hebreo
haNiF (al que se adscribe el nombre verbal
teNuFá)
corresponde el español verbo
mecer. Etcétera. Pero la literalidad
no llega en la Biblia de Alba al deliberado servilismo de las traducciones en
ladino; que bien quisiera también ilustrar aquí con ejemplos,
pero que ahora me es imposible por falta de espacio (espero tenerlo en otra
holganza).]
Hechas las precisiones semánticas precisas,
el significado de los versículos queda ya meridianamente claro: se prescribe
una nueva ofrenda a Dios, que tendrá lugar a siete semanas de la Pascua...
más o menos. Que es más más que menos; pues la cuenta de
las siete setmanas enteras termina al otro día = un día
después de haberse cumplido la setena setmana (vers.16);
dicho en guarismos: (7 x 7) + 1 = 50. Pero como la prescrita cuenta de los çincuenta
días empieza también desde otro día = al otro
día = el día siguiente al (primero) de la pasqua (vers.
15) -justo aquel mismo día en que se llevaba la gavilla del meneo-, el
día fijado para el presente nueuo resulta ser el quincuagésimo
primero de la cuenta que se inicie el primero de la Pascua. Sin embargo, ya
los más antiguos y clásicos comentaristas del texto bíblico
se aplican a deducir ese uno sobrante, bien señalando que la palabra
hebrea traducida por fasta denota `exclusive', o bien entendiendo el
cardinal cincuenta como ordinal `quincuagésimo' (51-1=50). De donde lo
que quieren decir los versículos es, en la renacentista prosa del rabino
Arragel: «Esta fiesta celebran los judíos a çinquenta días
andados del primero día de la pasqua mayor, la cual ya pasçe
deximos que se llamaua» (glosa del capítulo en p. 323 de la ed.
cit.); y en formulación ramplona: «A partir del inicio de la Pascua,
al día siguiente os ponéis a contar; y el día que haga
el número Cincuenta, ése será el de la nueva ofrenda.»
Ese día -lo diré en griego para mayor claridad- es pentekostés
(en cristiano pascua de Pentecostés), y en medieval cincuesma
(al modo de cuaresma).
[Esto me recuerda cómo en algunos textos sefardíes
de coplas el número 50 denota lo innumerable, según juego
de palabras basado en la homofonía -recuérdese que en sefardí
es general el seseo- entre cincuenta y sin cuenta.]
El presente nueuo de esta nueva pascua
es el del primer grano, y así al día en cuestión se lo
denomina en el texto bíblico (Ex. 23:16) pascua de la Siega
(del trigo); también se lo llama (Núm. 28:26) día
de las Primicias (de los primeros frutos); y más frecuentemente (Ex.
34:22, Deut. 16:10) pascua de las Semanas. Tales denominaciones
evidencian tanto que la de las Semanas era una de las tres pascuas de peregrinación
al Templo en tiempos de la Biblia (Deut. 16:16) como su carácter
originariamente agrícola, determinado en este caso por el final de la
cosecha de la cebada y el comienzo de la del trigo. Pero ya en tempranos tiempos
rabínicos se la reinterpretó como rememoración anual del
momento de la entrega de la ley, que tal es Ia denominación de
esta pascua en la liturgia judía.
[La transformación concuerda con un proceso observable
en la Biblia, en el curso del cual las antiguas celebraciones agrícolas
se fueron transformando en pascuas conmemorativas de acontecimientos históricos
significativos en la vida del pueblo judío. Lo mismo que la pascua de
los Ázimos (Pésah) y la de las Cabañuelas (Sukot) se relacionaron
con el éxodo o inicio de la concienciación de Israel como pueblo,
así también la de las Semanas se refirió al éxodo
de Egipto, preludio de la entrega de la ley.]
El nombre hebreo de la pascua de las Semanas
ha adquirido carta de naturaleza en varias lenguas de cultura: en inglés
(Shavuot), en francés (Chavouot)... pero no en español.
En las lenguas judías varía ligeramente: en yídico -occidental,
popular- Shvies o -oriental, normativo- Shvues (ambas formas requerirían,
según la norma española, acento gráfico en la í
o en la ú). En sefardí, y además de la «culta»
forma hebrea, tenemos como populares la oriental Sevó y en la
zona del Estrecho, Sabuó (pero la forma que yo recuerdo de mi
primera infancia en la bajísima Andalucía es Sebuó):
todas son referibles a la que aparece en las antiguas ediciones sefardíes
de Amsterdam: Sebuoth, que parece legitima base para la normalización
del nombre en castellano.
[La h final de esta última forma o es ocioso cultismo
o es indicio cierto de la realización como -d de la -t
final: tanto ese cambio de t en d como su desaparición
en las formas populares concuerdan con uno de los rasgos constantes en la evolución
del castellano desde su remoto origen latino (amat > ama) y
hasta la adopción de los mas modernos neologismos (sport >
espor). En los últimos tiempos se va extendiendo la grafía
a la inglesa Shavuot, tanto por influencia de despachos de prensa apresurada
e imponderadamente semitraducidos, como por antojárseles a algunos de
sus usuarios que refleja mejor la pronunciación israelí del hebreo;
pero tal grafía paréceme una síntesis de barbarismo y barbaridad.
El grupo gráfico sh, si bien en inicio de palabra resulta unívoco,
lo cierto es que deshace los/hábitos gráficos seculares
del español; algo análogo diría del uso de v por
b, pero ahora no puedo: a la he que lo diré en mejor ocasión
cuando el espacio... no me halte.]
La pascua de las Semanas acaece, pues, a los
cincuenta días del 15 de nisán, que es la fecha de la pascual
de los Ázimos; dicho de otro modo (15+50=65), el que sería hexagésimo
quinto día del mes de nisán: puesto que éste tiene treinta
días y el que le sigue -iyar- veintinueve, el «65» de nisán
es el día 6 del mes de siván, que es el que le sigue a iyar. Esta
fecha del 6 del mes de siván es también aquélla en que
la tradición judía hace ocurrir la entrega de la ley en el Sinaí,
según lo dicho expresamente en el capítulo 19 del libro bíblico
de Éxodo y la interpretación rabínica de algunos
de sus versículos; la cual dice, por una parte, que ese día del
tercer mes a partir de la salida de Egipto -inclusive ambos- en que llegaron
los hijos de Israel al pie del Sinaí (vers. 1) fue el día primero
del mes; y por otra, que puesto que las entrevistas de Moisés con Dios
tenían lugar siempre a primerísima hora de mañanita, cada
vez que el texto bíblico dice que Moisés subió al
monte de Dios (vers. 3), le transmitió (vers. 8) o le refirió
las palabras del pueblo (vers. 9), tuvo que haber transcurrido un día
adicional, de donde habría sido el día 4 cuando
se advirtió al pueblo que estuvieran preparados para la teofanía
de «pasado mañana» (verss. 11 y 15, cfr. 16). Esa coincidencia
de fechas, que permitió la arriba señalada transformación
del contenido de la fiesta de agrícola en teofánica, se expresa
con esta rotunda claridad en la ya citada glosa de la Biblia de Alba: «...la
qual [Cinquesmas] asy a la sazón çelebrar mandó por quanto
en fin de los çinquenta días que de Egipto salieron les dio la
ley en el monte Synay con muy muchos miraglos infinidos» (ps. 323-4).
[Ahora que caigo: hace ya muy muchos párrafos que tenía
que haber rogado al lector que tenga a mano y a la vista una biblia: si entiende
hebreo, una biblia hebrea; si no, cualquiera en traducción, preferible
judía pero no necesariamente. Pues del mismo modo que en todo el mundo
conceptual del judaísmo tradicional está omnipresente la Biblia
a través de su comentarística canónica, así no siempre
es fácil entender cualquier exposición referida a ella sin el
continuo recurso a la fuente. Pero... estábamos en la fecha.]
Ese 6 de siván -y puesto que la Pascua
ha sido el 24 de abril- caerá este año (o habrá caído:
uno no sabe cuándo lo que escribe llegará a ojos de los lectores)
el «74» de abril, o lo que es lo mismo, el 13 de junio. O más
propiamente el 13 y el 14 de junio, pues por razones históricas derivadas
de las complicaciones del carácter lunisolar del calendario judío,
las pascuas fuera de Israel tienen un día adicional.
[Este año -recordemos que 5746 tiene un mes «bisiesto»
- la fecha es inusualmente tardía: en otros años puede variar
entre el 16 de mayo y el 14 de junio, en correspondencia cada año con
una fecha civil tan precisa y tan exacta como el cuarenta de mayo, si atendemos
al tradicional refrán sefardí (oriental) «Si no viene Sevó,
no vos quitex el zamarrón».]
Además de la histórica significación
agrícola -renovada modernamente en los sectores agrarios de la población
israelí- y de la principal de conmemoración de la entrega de la
Torá (la ley), la pascua de las Semanas tiene otras connotaciones.
Es tradicional leer el libro bíblico de Rut, tanto por esa particular
«recepción» de la ley que suponía su conversión
al judaísmo, como por descender de ella el rey David (Rut 4:17),
de quien la tradición dice que murió durante la pascua; o sencillamente
por haber ocurrido en la época de la siega los hechos relatados en el
libro (Rut 2:23); en consecuencia, la pascua de las Semanas es la de
los prosélitos al judaísmo. Es también tradicional comer
lacticinios, quizá porque la nutricia ley se compara a la leche en la
interpretación alegórica del Cantar de los cantares (Cant.
4:11).
[O quizá sencillamente por una razón tan externa
como que la prescripción relativa a las primicias va seguida inmediatamente
en el texto bíblico (Ex. 23:19) por la que veda cocinar el cerdo
con la leche del cabrito... digo, perdón (¿en qué leche estaría
yo pensando?), cocinar el cabrito con la leche de su madre, es decir, mezclar
productos cárnicos con lácteos, que es una de la leyes dietéticas
del judaísmo de mayor trascendencia y proyección.]
Literatura
De todas esas significaciones, a mí personalmente
la que más me atrae es la literaria. Y hay lugar para la atracción,
pues los «muy muchos miraglos infinidos» de la entrega de la ley han
tenido amplio desarrollo en la literatura del Midrás, ese género
expositivo de la ley de carácter originariamente homilético en
el que tienen cabida motivos y tradiciones populares tanto específicos
del judaísmo como adoptados y adaptados del acervo folklórico
de los pueblos vecinos. Ilustremos esa riqueza folklórica con un par
de ejemplos.
[Voy a permitirme citarlos de la amplísima Antología
del Midrás traducida directamente del hebreo por Elena Romero por encargo
de Editora Nacional... cuando ésta todavía existía. Ahora
que esa nacional editora -tan digna del epígrafe del ministerio (el de
Cultura) que la amparaba- ha quedado sucumbida bajo los desatinos del cambio,
el imponente original mecanográfico (más de mil hojas) corre el
riesgo, como tantos otros irredentos, de quedar también sucumbido bajo
la desesperanza de hallar un editor que con criterios comerciales quiera hacer
frente a la edición. Y cito (con cambios mínimos) de esa versión
mejor que de otra que circule, o que traducir directamente del hebreo, por tres
razones fácilmente comprensibles: por comodidad, ya que la tengo muy
a mano; por rentabilizar siquiera una minimísima parte del esfuerzo invertido
por la autora/traductora; y por si hay suerte y esto lo lee algún editor
esclarecido: que si no hay promoción no hay venta, como bien dijo el
sabio Hilel en el tratado Pirqué abot (en hebreo -en transcripción
pedestre- imena nilí ¿milí?).]
El primer midrás se refiere a una de las
subidas de Moisés a los cielos para entrevistarse con Dios. Dice así:
Cuando subió Moisés a las alturas,
dijeron los ángeles Serviciales ante el Santo-bendito-sea [=Dios]: «Señor
del mundo, ¿qué hace entre nosotros un nacido de mujer?» «Ha
venido a recibir la ley», les respondió. «La amada oculta -argumentaron-
que has tenido reservada desde novecientas setenta y cuatro generaciones antes
de la creación del mundo ¿se la quieres dar a un hombre de carne
y hueso? ¿qué es el hombre para que de él
te acuerdes, el ser humano para que de él te cuides? [Psal.
8:5]. Señor Dios nuestro, cuán glorioso
es tu nombre en toda la tierra; has puesto tu gloria [=la ley] por
encima de los cielos [Psal. 8:2].» Dijo el Santo-bendito-sea
a Moisés: «Dales respuesta.» «Señor del mundo -replicó
Moisés-, me da miedo que me quemen con el aliento de sus bocas.»
«Agárrate de mi trono de gloria y dales respuesta.» «Señor
del mundo -dijo entonces Moisés ante Dios-, esta ley que me das ¿qué
hay en ella escrito?: Yo soy el señor vuestro
Dios que os saqué de tierra de Egipto [Éx. 20:2];
-y añadió dirigiéndose a los ángeles-: ¿Habéis
vosotros bajado a Egipto, fuisteis hechos esclavos del faraón? ¿por
qué, pues, va a ser la ley para vosotros? ¿Qué más
hay en ella escrito?: No tendrás otros dioses
[Éx. 20:3]; ¿acaso estáis vosotros entre gentiles
que practican la idolatría? ¿Y no está también en
ella escrito recuerda el sábado para santificarlo
[Éx. 20:8]?; ¿acaso tenéis vosotros que trabajar,
para que os haga falta descansar? ¿Qué más hay en ella escrito?:
No tomarás [Éx. 20:7]; ¿es
que hay entre vosotros toma y daca? ¿Y no se dice también en ella
honra a tu padre y a tu madre [Éx.
20:12]?; ¿tenéis acaso vosotros padre o madre? ¿Y qué
más aún hay en ella?; no matarás,
no fornicarás, no robarás [Éx. 20:13]; ¿es
que acaso hay deseo entre vosotros, os dejáis llevar por el mal instinto?»
Al oír esto alabaron los ángeles a Dios, como está escrito
[nuevamente al final del mismo salmo] Señor Dios
nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra [Psal.
8:10] sin que se repita [el final del versículo 2]
has puesto tu gloria por encima de los cielos.
[(Número 127 de la Antología, donde constan con
precisión las fuentes textuales.) Glosemos la glosa: el hecho positivo,
cierto de que el versículo 10 del salmo 8 repita la primera parte del
versículo 2 (la alabanza de los ángeles a Dios) pero no la segunda
(«has puesto tu gloria por encima de los cielos») se interpreta, aduciendo
otros versículos o pasajes de la Biblia interpretados también
adhocuadamente, como consecuencia natural de que a los serviciales ángeles
les hubiera convencido el alegato de Moisés; el cual a su vez se presenta
como la retórica refutación mosaica del angélico argumento
de que la ley habría puesto Dios por encima de los cielos y en consecuencia
más allá de donde pudiera alcanzarla un humano de carne y hueso
nacido de mujer. El inequívoco mensaje -la Torá es cosa
de «hombres» - se expresa, pues, mediante esa prodigiosa síntesis
de textualidad e interpretación, de literalidad y distorsión semántica,
de positivismo e imaginación que es el sistema midrásico químicamente
puro. Que he querido que aquí lo sea también físicamente
resaltando el tipo tipográfico -y no es tautografía- de los pasajes
bíblicos insertos en la exposición.]
El mismo tema literario e incluso algunos de
sus motivos los encontramos también en la literatura sefardí y
en concreto en alguna copla. Por ejemplo la de El celo de los ángeles.
[No me es materialmente posible seguir mi apetencia natural -¿o
adquirida?- de extenderme sobre las coplas sefardíes en general, sobre
ésta en particular o sobre las otras varias de su mismo ciclo temático:
los editores de Raíces me han advertido severamente de la máxima
extensión prevista para este artículo... y temo haberla rebasado
ya, cuando aún me quedan en el lapicero algunas cosas -por suerte ya
no muchas- de las que creo que no pueden faltar. Diré sólo que
para la transcripción del texto sefardí (sobre esto también
quisiera extenderme) me atengo aquí a un sistema simplificado basado
en la grafía castellana bajomedieval y que casi no requiere del lector
más esfuerzo que el de leerlo tal como se leen las otras lenguas españolas
no castellanas.]
Mirá qué señor grande es Mosé rabenu
que suve y abaxa los siete cielos,
¡que su zehut mampare a todo el puevlo!
Los ángeles del cielo le tienen celo:
nacido de mujer suve a los cielos,
los otros ángeles debaxo del velo.
«Ven aquí tú, Mosé, el mi secretero.»
«Me espanto yo, señor, y tengo miedo
que tus ángeles me echen al fuego.»
«No te espantes tú, Mosé, ni tengas miedo;
aférrate de mi silla, no tengas miedo
que yo te escaparé de flama y de fuego.
Toma esta mi ley santa y llévala al mi pueblo
que sepa Israel que hay Dio en el cielo.»
Ya tomava Mosé muestra ley santa.
Las montañas más altas dizen: «A mí abaxa.»
Las montañas más baxas se están calladas:
ahí mos abaxó muestra ley santa.
[Se trata de una versión facticia -pero poquito- basada
en la documental inédita recogida por Manrique de Lara (Sarajevo 1911)
de la colección manuscrita del rabino Levy y custodiada en el Archivo
Menéndez Pidal (número E.9/4 de la clasificación establecida
por Armistead et al.). Su estructura estrófica puede advertirse a pesar
de su tendencia al arromanzamiento frecuente en la transmisión oral.
La estrofa primera parece tener carácter de estribillo; la última
desarrolla otro tema también del Midrás -La disputa de los
montes-, que si hubiera de recoger aquí... esto sería irremediablemente
el cuento de nunca acabar.]
El segundo midrás, bastante más
difundido y con una estructura verbal en cierto modo semejante, dice así:
Antes de dar la ley a su pueblo
Israel, se dirigió el Santobenditosea a todas las naciones y pueblos
para ofrecérsela y no darles pie a decir en el futuro «Si a nosotros
nos hubiera ocurrido que el Santobenditosea nos hubiera ofrecido la ley, la
habríamos aceptado». Fue a los hijos [=descendientes] de Esaú
y les dijo: «¿Aceptáis la ley?» «¿Qué
hay en ella escrito?», preguntaron. «No matarás
[Éx. 20:13>, respondió. «¿Es que la bendición
que nos dio nuestro padre [Isaac] -replicaron- quieres quitárnosla?,
pues está escrito de tu espada vivirás
[Gén. 27:401: no aceptamos la ley. «Después fue a
los descendientes de Lot, Amón y Moab y les preguntó: «¿Aceptáis
la ley?» «¿Qué hay escrito en ella?», indagaron.
«no fornicaras [ibid].» «¡Pero
si somos producto del fornicío! -replicaron-, pues está escrito
y quedaron preñadas de su padre las dos hijas
de Lot [Gén. 19:36]: no aceptamos la ley.»
Se fue entonces a los hijos de Ismael y les dijo: «¿Aceptáis
la ley?» «¿Qué hay en ella escrito?» «No robarás
[ibid].» «¡Pues quieres privarnos de la bendición que
nos dio nuestro padre Ismael!, ya que está escrito echarás
mano a todo [Gén. 16:12]: no aceptamos la ley.» Y
así fue preguntando a cada nación una tras otra si querían
recibirla. Luego vino a Israel y les preguntó: «¿Aceptáis
la ley?» «¿Qué hay escrito en ella?», preguntaron.
«Seiscientos trece preceptos.» Todo lo que
ha dicho Dios haremos y obedeceremos [Éx. 24:7]»,
contestaron. Y enseguida descendieron un millón doscientos mil ángeles
y coronaron a cada israelita con dos coronas, una por el haremos y otra
por el obedeceremos.
[(Número 130/2) No ya de la Antología sino de mi
propia cosecha añadiré un par de complementos pertinentes. Hay
una versión popular de la historieta que es no menos judeófoba
que gentilófobo es el midrás. La cual cuenta que la pregunta de
los judíos cuando Dios les ofreció la ley fue: «¿Cuánto
cuesta?»; y ante la contestación de que era gratis, se comprometieron,
sí, a hacer (buenos negocios) y a obedecer (los buenos
consejos de los agentes de bolsa).]
Hay otra, por último, que explica por
qué las tablas de la ley son dos. Bajó Moisés con la ley
escrita en una tabla y se la ofreció a los judíos. Éstos
preguntaron cuánto cuesta. Y al contestarles que era gratis respondieron:
«¡Pues danos dos!»
[A pesar de mis intensas búsquedas, aún no he logrado
encontrar en el Midrás la fuente de estos dos últimos verídicos
relatos. (Tal vez en otro meneo...)]
(*) El grabado de Gustavo Doré -ilustración de
Éx. 19:16- está reproducido de The Doré Bible Ilustrations,
intr. M. Rose (N.Y., c1974).
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