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Publicado en Raíces N° 2 (Septiembre 1986), pág.10

La Pascua de las Semanas (o 7x7+1=51-1)

Por Iacob M. Hassán

Doctor en Filología Semítica, especializado en Filología y Literatura sefardí. Investigador del CSIC.

El Sinaí por Doréice la Biblia (es palabra de Dios): «E contaredes vosotros desde otro día de la pasqua (del sábado) desde el día que troxiéredes la gauiella del meçimiento siete setmanas enteras sean fasta otro día de la setena setmana contaredes çincuenta días e ofreçederes presente nueuo ante Dios» (Levítico 23:15-16). La Biblia lo dice, naturalmente, en hebreo: en hebreo antiguo, en hebreo -permítase la cuasi perogrullada- bíblico. Para texto así de antiguo he preferido citar de la traducción, también antigua pero bastante menos, hecha en el siglo XV por el judío rabino don Mosé Arragel para el cristiano maestre de Calatrava don Luis de Guzmán y conocida por el gran público como Biblia de la Casa de Alba.

[Yo -el menor de los públicos- conozco su texto gracias a la nada frecuente y desde luego carísima edición en dos impresionantes tomazos que en 1918/1921 ofreciera y dedicara el entonces duque de Berwick y de Alba al presidente y miembros del Roxburghe Club; la cita supra (he normalizado la acentuación) está en p. 289 del t. I. Un amigo bibliófilo (tal es su pasión que es casi biliófago) me comunica la -venturosa- noticia de que una de las modernas edilanes (que no es Edilán) prepara una reproducción facsímil del manuscrito de Alba, pero la complementa con la -desventurada- de que se va a vender a un precio no menos temeroso del que en los libreros de viejo alcanzan los ejemplares de la del duque. Pero... yo estaba en Levítico.]

Filología

     Esa gauiella del meçimiento, con función aquí de referente temporal, es aquella `gavilla' primicia de la siega (de la cebada) que para su meneo (`blandido' o `bamboleo') ritual había que llevar al sacerdote el día siguiente al del inicio de la Pascua, a sea su segundo día (Lev. 23:11). Me refiero -todavía- a la Pascua por antonomasia, la del cordero, la de los panes ázimos, la que conmemora el Éxodo de Egipto (la caracterizada en Raíces 1): la pascua que a través del latín pascha y del griego pasja entronca en su denominación con el étimo hebreo pésah. Pascua que en este pasaje bíblico aparece denominada sábado -como quiere dar a entender la concisa glosa parentética de Arragel- por ser las pascuas días de preceptivo descanso sabático (en la Biblia ladinada de Ferrara se traduce por holgança). Pero la polivalencia semántica de sábado en hebreo va más allá: también significa `semana' y en esa acepción -en la arcaica forma setmana- la traduce el rabino Arragel en las dos sucesivas ocurrencias -una en plural y otra en singular- del pasaje citado.

[Es lo que les pasa a los venerables romanceamientos y ladinamientos de la Biblia: que a fuer de arcaizantes y literales no siempre quedan bastante transparentes. Por poner algún ejemplo de esa opacidad: la palabra troxiéredes (`trajerais' o `traigáis') ilustra el fenómeno caracterizador de esas versiones consistente en traducir cada palabra hebrea por una y siempre la misma palabra romance; puesto que la acepción primera del verbo hebreo haBí es `traer', por traer se traduce aquí a pesar de que a la perspectiva situacional -se habla de futuras ofrendas en el santuario- mejor convendría llevar. Igual lo ilustra el ya visto meçimiento (en otra versión mecedura), que refleja que en el «código» de correspondencias léxicas que informaba la labor de los romanceadores/ladinadores, al verbo hebreo haNiF (al que se adscribe el nombre verbal teNuFá) corresponde el español verbo mecer. Etcétera. Pero la literalidad no llega en la Biblia de Alba al deliberado servilismo de las traducciones en ladino; que bien quisiera también ilustrar aquí con ejemplos, pero que ahora me es imposible por falta de espacio (espero tenerlo en otra holganza).]

     Hechas las precisiones semánticas precisas, el significado de los versículos queda ya meridianamente claro: se prescribe una nueva ofrenda a Dios, que tendrá lugar a siete semanas de la Pascua... más o menos. Que es más más que menos; pues la cuenta de las siete setmanas enteras termina al otro día = un día después de haberse cumplido la setena setmana (vers.16); dicho en guarismos: (7 x 7) + 1 = 50. Pero como la prescrita cuenta de los çincuenta días empieza también desde otro día = al otro día = el día siguiente al (primero) de la pasqua (vers. 15) -justo aquel mismo día en que se llevaba la gavilla del meneo-, el día fijado para el presente nueuo resulta ser el quincuagésimo primero de la cuenta que se inicie el primero de la Pascua. Sin embargo, ya los más antiguos y clásicos comentaristas del texto bíblico se aplican a deducir ese uno sobrante, bien señalando que la palabra hebrea traducida por fasta denota `exclusive', o bien entendiendo el cardinal cincuenta como ordinal `quincuagésimo' (51-1=50). De donde lo que quieren decir los versículos es, en la renacentista prosa del rabino Arragel: «Esta fiesta celebran los judíos a çinquenta días andados del primero día de la pasqua mayor, la cual ya pasçe deximos que se llamaua» (glosa del capítulo en p. 323 de la ed. cit.); y en formulación ramplona: «A partir del inicio de la Pascua, al día siguiente os ponéis a contar; y el día que haga el número Cincuenta, ése será el de la nueva ofrenda.» Ese día -lo diré en griego para mayor claridad- es pentekostés (en cristiano pascua de Pentecostés), y en medieval cincuesma (al modo de cuaresma).

[Esto me recuerda cómo en algunos textos sefardíes de coplas el número 50 denota lo innumerable, según juego de palabras basado en la homofonía -recuérdese que en sefardí es general el seseo- entre cincuenta y sin cuenta.]

     El presente nueuo de esta nueva pascua es el del primer grano, y así al día en cuestión se lo denomina en el texto bíblico (Ex. 23:16) pascua de la Siega (del trigo); también se lo llama (Núm. 28:26) día de las Primicias (de los primeros frutos); y más frecuentemente (Ex. 34:22, Deut. 16:10) pascua de las Semanas. Tales denominaciones evidencian tanto que la de las Semanas era una de las tres pascuas de peregrinación al Templo en tiempos de la Biblia (Deut. 16:16) como su carácter originariamente agrícola, determinado en este caso por el final de la cosecha de la cebada y el comienzo de la del trigo. Pero ya en tempranos tiempos rabínicos se la reinterpretó como rememoración anual del momento de la entrega de la ley, que tal es Ia denominación de esta pascua en la liturgia judía.

[La transformación concuerda con un proceso observable en la Biblia, en el curso del cual las antiguas celebraciones agrícolas se fueron transformando en pascuas conmemorativas de acontecimientos históricos significativos en la vida del pueblo judío. Lo mismo que la pascua de los Ázimos (Pésah) y la de las Cabañuelas (Sukot) se relacionaron con el éxodo o inicio de la concienciación de Israel como pueblo, así también la de las Semanas se refirió al éxodo de Egipto, preludio de la entrega de la ley.]

     El nombre hebreo de la pascua de las Semanas ha adquirido carta de naturaleza en varias lenguas de cultura: en inglés (Shavuot), en francés (Chavouot)... pero no en español. En las lenguas judías varía ligeramente: en yídico -occidental, popular- Shvies o -oriental, normativo- Shvues (ambas formas requerirían, según la norma española, acento gráfico en la í o en la ú). En sefardí, y además de la «culta» forma hebrea, tenemos como populares la oriental Sevó y en la zona del Estrecho, Sabuó (pero la forma que yo recuerdo de mi primera infancia en la bajísima Andalucía es Sebuó): todas son referibles a la que aparece en las antiguas ediciones sefardíes de Amsterdam: Sebuoth, que parece legitima base para la normalización del nombre en castellano.

[La h final de esta última forma o es ocioso cultismo o es indicio cierto de la realización como -d de la -t final: tanto ese cambio de t en d como su desaparición en las formas populares concuerdan con uno de los rasgos constantes en la evolución del castellano desde su remoto origen latino (amat > ama) y hasta la adopción de los mas modernos neologismos (sport > espor). En los últimos tiempos se va extendiendo la grafía a la inglesa Shavuot, tanto por influencia de despachos de prensa apresurada e imponderadamente semitraducidos, como por antojárseles a algunos de sus usuarios que refleja mejor la pronunciación israelí del hebreo; pero tal grafía paréceme una síntesis de barbarismo y barbaridad. El grupo gráfico sh, si bien en inicio de palabra resulta unívoco, lo cierto es que deshace los/hábitos gráficos seculares del español; algo análogo diría del uso de v por b, pero ahora no puedo: a la he que lo diré en mejor ocasión cuando el espacio... no me halte.]

     La pascua de las Semanas acaece, pues, a los cincuenta días del 15 de nisán, que es la fecha de la pascual de los Ázimos; dicho de otro modo (15+50=65), el que sería hexagésimo quinto día del mes de nisán: puesto que éste tiene treinta días y el que le sigue -iyar- veintinueve, el «65» de nisán es el día 6 del mes de siván, que es el que le sigue a iyar. Esta fecha del 6 del mes de siván es también aquélla en que la tradición judía hace ocurrir la entrega de la ley en el Sinaí, según lo dicho expresamente en el capítulo 19 del libro bíblico de Éxodo y la interpretación rabínica de algunos de sus versículos; la cual dice, por una parte, que ese día del tercer mes a partir de la salida de Egipto -inclusive ambos- en que llegaron los hijos de Israel al pie del Sinaí (vers. 1) fue el día primero del mes; y por otra, que puesto que las entrevistas de Moisés con Dios tenían lugar siempre a primerísima hora de mañanita, cada vez que el texto bíblico dice que Moisés subió al monte de Dios (vers. 3), le transmitió (vers. 8) o le refirió las palabras del pueblo (vers. 9), tuvo que haber transcurrido un día adicional, de donde habría sido el día 4 cuando se advirtió al pueblo que estuvieran preparados para la teofanía de «pasado mañana» (verss. 11 y 15, cfr. 16). Esa coincidencia de fechas, que permitió la arriba señalada transformación del contenido de la fiesta de agrícola en teofánica, se expresa con esta rotunda claridad en la ya citada glosa de la Biblia de Alba: «...la qual [Cinquesmas] asy a la sazón çelebrar mandó por quanto en fin de los çinquenta días que de Egipto salieron les dio la ley en el monte Synay con muy muchos miraglos infinidos» (ps. 323-4).

[Ahora que caigo: hace ya muy muchos párrafos que tenía que haber rogado al lector que tenga a mano y a la vista una biblia: si entiende hebreo, una biblia hebrea; si no, cualquiera en traducción, preferible judía pero no necesariamente. Pues del mismo modo que en todo el mundo conceptual del judaísmo tradicional está omnipresente la Biblia a través de su comentarística canónica, así no siempre es fácil entender cualquier exposición referida a ella sin el continuo recurso a la fuente. Pero... estábamos en la fecha.]

     Ese 6 de siván -y puesto que la Pascua ha sido el 24 de abril- caerá este año (o habrá caído: uno no sabe cuándo lo que escribe llegará a ojos de los lectores) el «74» de abril, o lo que es lo mismo, el 13 de junio. O más propiamente el 13 y el 14 de junio, pues por razones históricas derivadas de las complicaciones del carácter lunisolar del calendario judío, las pascuas fuera de Israel tienen un día adicional.

[Este año -recordemos que 5746 tiene un mes «bisiesto» - la fecha es inusualmente tardía: en otros años puede variar entre el 16 de mayo y el 14 de junio, en correspondencia cada año con una fecha civil tan precisa y tan exacta como el cuarenta de mayo, si atendemos al tradicional refrán sefardí (oriental) «Si no viene Sevó, no vos quitex el zamarrón».]

     Además de la histórica significación agrícola -renovada modernamente en los sectores agrarios de la población israelí- y de la principal de conmemoración de la entrega de la Torá (la ley), la pascua de las Semanas tiene otras connotaciones. Es tradicional leer el libro bíblico de Rut, tanto por esa particular «recepción» de la ley que suponía su conversión al judaísmo, como por descender de ella el rey David (Rut 4:17), de quien la tradición dice que murió durante la pascua; o sencillamente por haber ocurrido en la época de la siega los hechos relatados en el libro (Rut 2:23); en consecuencia, la pascua de las Semanas es la de los prosélitos al judaísmo. Es también tradicional comer lacticinios, quizá porque la nutricia ley se compara a la leche en la interpretación alegórica del Cantar de los cantares (Cant. 4:11).

[O quizá sencillamente por una razón tan externa como que la prescripción relativa a las primicias va seguida inmediatamente en el texto bíblico (Ex. 23:19) por la que veda cocinar el cerdo con la leche del cabrito... digo, perdón (¿en qué leche estaría yo pensando?), cocinar el cabrito con la leche de su madre, es decir, mezclar productos cárnicos con lácteos, que es una de la leyes dietéticas del judaísmo de mayor trascendencia y proyección.]

Literatura

     De todas esas significaciones, a mí personalmente la que más me atrae es la literaria. Y hay lugar para la atracción, pues los «muy muchos miraglos infinidos» de la entrega de la ley han tenido amplio desarrollo en la literatura del Midrás, ese género expositivo de la ley de carácter originariamente homilético en el que tienen cabida motivos y tradiciones populares tanto específicos del judaísmo como adoptados y adaptados del acervo folklórico de los pueblos vecinos. Ilustremos esa riqueza folklórica con un par de ejemplos.

[Voy a permitirme citarlos de la amplísima Antología del Midrás traducida directamente del hebreo por Elena Romero por encargo de Editora Nacional... cuando ésta todavía existía. Ahora que esa nacional editora -tan digna del epígrafe del ministerio (el de Cultura) que la amparaba- ha quedado sucumbida bajo los desatinos del cambio, el imponente original mecanográfico (más de mil hojas) corre el riesgo, como tantos otros irredentos, de quedar también sucumbido bajo la desesperanza de hallar un editor que con criterios comerciales quiera hacer frente a la edición. Y cito (con cambios mínimos) de esa versión mejor que de otra que circule, o que traducir directamente del hebreo, por tres razones fácilmente comprensibles: por comodidad, ya que la tengo muy a mano; por rentabilizar siquiera una minimísima parte del esfuerzo invertido por la autora/traductora; y por si hay suerte y esto lo lee algún editor esclarecido: que si no hay promoción no hay venta, como bien dijo el sabio Hilel en el tratado Pirqué abot (en hebreo -en transcripción pedestre- imena nilí ¿milí?).]

     El primer midrás se refiere a una de las subidas de Moisés a los cielos para entrevistarse con Dios. Dice así:

     Cuando subió Moisés a las alturas, dijeron los ángeles Serviciales ante el Santo-bendito-sea [=Dios]: «Señor del mundo, ¿qué hace entre nosotros un nacido de mujer?» «Ha venido a recibir la ley», les respondió. «La amada oculta -argumentaron- que has tenido reservada desde novecientas setenta y cuatro generaciones antes de la creación del mundo ¿se la quieres dar a un hombre de carne y hueso? ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el ser humano para que de él te cuides? [Psal. 8:5]. Señor Dios nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra; has puesto tu gloria [=la ley] por encima de los cielos [Psal. 8:2].» Dijo el Santo-bendito-sea a Moisés: «Dales respuesta.» «Señor del mundo -replicó Moisés-, me da miedo que me quemen con el aliento de sus bocas.» «Agárrate de mi trono de gloria y dales respuesta.» «Señor del mundo -dijo entonces Moisés ante Dios-, esta ley que me das ¿qué hay en ella escrito?: Yo soy el señor vuestro Dios que os saqué de tierra de Egipto [Éx. 20:2]; -y añadió dirigiéndose a los ángeles-: ¿Habéis vosotros bajado a Egipto, fuisteis hechos esclavos del faraón? ¿por qué, pues, va a ser la ley para vosotros? ¿Qué más hay en ella escrito?: No tendrás otros dioses [Éx. 20:3]; ¿acaso estáis vosotros entre gentiles que practican la idolatría? ¿Y no está también en ella escrito recuerda el sábado para santificarlo [Éx. 20:8]?; ¿acaso tenéis vosotros que trabajar, para que os haga falta descansar? ¿Qué más hay en ella escrito?: No tomarás [Éx. 20:7]; ¿es que hay entre vosotros toma y daca? ¿Y no se dice también en ella honra a tu padre y a tu madre [Éx. 20:12]?; ¿tenéis acaso vosotros padre o madre? ¿Y qué más aún hay en ella?; no matarás, no fornicarás, no robarás [Éx. 20:13]; ¿es que acaso hay deseo entre vosotros, os dejáis llevar por el mal instinto?» Al oír esto alabaron los ángeles a Dios, como está escrito [nuevamente al final del mismo salmo] Señor Dios nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra [Psal. 8:10] sin que se repita [el final del versículo 2] has puesto tu gloria por encima de los cielos.

[(Número 127 de la Antología, donde constan con precisión las fuentes textuales.) Glosemos la glosa: el hecho positivo, cierto de que el versículo 10 del salmo 8 repita la primera parte del versículo 2 (la alabanza de los ángeles a Dios) pero no la segunda («has puesto tu gloria por encima de los cielos») se interpreta, aduciendo otros versículos o pasajes de la Biblia interpretados también adhocuadamente, como consecuencia natural de que a los serviciales ángeles les hubiera convencido el alegato de Moisés; el cual a su vez se presenta como la retórica refutación mosaica del angélico argumento de que la ley habría puesto Dios por encima de los cielos y en consecuencia más allá de donde pudiera alcanzarla un humano de carne y hueso nacido de mujer. El inequívoco mensaje -la Torá es cosa de «hombres» - se expresa, pues, mediante esa prodigiosa síntesis de textualidad e interpretación, de literalidad y distorsión semántica, de positivismo e imaginación que es el sistema midrásico químicamente puro. Que he querido que aquí lo sea también físicamente resaltando el tipo tipográfico -y no es tautografía- de los pasajes bíblicos insertos en la exposición.]

     El mismo tema literario e incluso algunos de sus motivos los encontramos también en la literatura sefardí y en concreto en alguna copla. Por ejemplo la de El celo de los ángeles.

[No me es materialmente posible seguir mi apetencia natural -¿o adquirida?- de extenderme sobre las coplas sefardíes en general, sobre ésta en particular o sobre las otras varias de su mismo ciclo temático: los editores de Raíces me han advertido severamente de la máxima extensión prevista para este artículo... y temo haberla rebasado ya, cuando aún me quedan en el lapicero algunas cosas -por suerte ya no muchas- de las que creo que no pueden faltar. Diré sólo que para la transcripción del texto sefardí (sobre esto también quisiera extenderme) me atengo aquí a un sistema simplificado basado en la grafía castellana bajomedieval y que casi no requiere del lector más esfuerzo que el de leerlo tal como se leen las otras lenguas españolas no castellanas.]

Mirá qué señor grande es Mosé rabenu
que suve y abaxa los siete cielos,
¡que su zehut mampare a todo el puevlo!

Los ángeles del cielo le tienen celo:
nacido de mujer suve a los cielos,
los otros ángeles debaxo del velo.

«Ven aquí tú, Mosé, el mi secretero.»
«Me espanto yo, señor, y tengo miedo
que tus ángeles me echen al fuego.»

«No te espantes tú, Mosé, ni tengas miedo;
aférrate de mi silla, no tengas miedo
que yo te escaparé de flama y de fuego.
Toma esta mi ley santa y llévala al mi pueblo
que sepa Israel que hay Dio en el cielo.»

Ya tomava Mosé muestra ley santa.
Las montañas más altas dizen: «A mí abaxa.»
Las montañas más baxas se están calladas:
ahí mos abaxó muestra ley santa.

[Se trata de una versión facticia -pero poquito- basada en la documental inédita recogida por Manrique de Lara (Sarajevo 1911) de la colección manuscrita del rabino Levy y custodiada en el Archivo Menéndez Pidal (número E.9/4 de la clasificación establecida por Armistead et al.). Su estructura estrófica puede advertirse a pesar de su tendencia al arromanzamiento frecuente en la transmisión oral. La estrofa primera parece tener carácter de estribillo; la última desarrolla otro tema también del Midrás -La disputa de los montes-, que si hubiera de recoger aquí... esto sería irremediablemente el cuento de nunca acabar.]

     El segundo midrás, bastante más difundido y con una estructura verbal en cierto modo semejante, dice así:

     Antes de dar la ley a su pueblo Israel, se dirigió el Santobenditosea a todas las naciones y pueblos para ofrecérsela y no darles pie a decir en el futuro «Si a nosotros nos hubiera ocurrido que el Santobenditosea nos hubiera ofrecido la ley, la habríamos aceptado». Fue a los hijos [=descendientes] de Esaú y les dijo: «¿Aceptáis la ley?» «¿Qué hay en ella escrito?», preguntaron. «No matarás [Éx. 20:13>, respondió. «¿Es que la bendición que nos dio nuestro padre [Isaac] -replicaron- quieres quitárnosla?, pues está escrito de tu espada vivirás [Gén. 27:401: no aceptamos la ley. «Después fue a los descendientes de Lot, Amón y Moab y les preguntó: «¿Aceptáis la ley?» «¿Qué hay escrito en ella?», indagaron. «no fornicaras [ibid].» «¡Pero si somos producto del fornicío! -replicaron-, pues está escrito y quedaron preñadas de su padre las dos hijas de Lot [Gén. 19:36]: no aceptamos la ley.» Se fue entonces a los hijos de Ismael y les dijo: «¿Aceptáis la ley?» «¿Qué hay en ella escrito?» «No robarás [ibid].» «¡Pues quieres privarnos de la bendición que nos dio nuestro padre Ismael!, ya que está escrito echarás mano a todo [Gén. 16:12]: no aceptamos la ley.» Y así fue preguntando a cada nación una tras otra si querían recibirla. Luego vino a Israel y les preguntó: «¿Aceptáis la ley?» «¿Qué hay escrito en ella?», preguntaron. «Seiscientos trece preceptos.» Todo lo que ha dicho Dios haremos y obedeceremos [Éx. 24:7]», contestaron. Y enseguida descendieron un millón doscientos mil ángeles y coronaron a cada israelita con dos coronas, una por el haremos y otra por el obedeceremos.

[(Número 130/2) No ya de la Antología sino de mi propia cosecha añadiré un par de complementos pertinentes. Hay una versión popular de la historieta que es no menos judeófoba que gentilófobo es el midrás. La cual cuenta que la pregunta de los judíos cuando Dios les ofreció la ley fue: «¿Cuánto cuesta?»; y ante la contestación de que era gratis, se comprometieron, sí, a hacer (buenos negocios) y a obedecer (los buenos consejos de los agentes de bolsa).]

     Hay otra, por último, que explica por qué las tablas de la ley son dos. Bajó Moisés con la ley escrita en una tabla y se la ofreció a los judíos. Éstos preguntaron cuánto cuesta. Y al contestarles que era gratis respondieron: «¡Pues danos dos

[A pesar de mis intensas búsquedas, aún no he logrado encontrar en el Midrás la fuente de estos dos últimos verídicos relatos. (Tal vez en otro meneo...)]

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(*) El grabado de Gustavo Doré -ilustración de Éx. 19:16- está reproducido de The Doré Bible Ilustrations, intr. M. Rose (N.Y., c1974).
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